jueves, 2 de marzo de 2023

La voz: seña de identidad e instrumento de comunicación y de expresión musical

 

La voz humana es nuestro principal instrumento a la hora de comunicarnos, pero además es uno de los elementos más importantes que nos diferencia entre las personas. Es la parte inmaterial de nuestro cuerpo a través de la cual se transmite información muy específica acerca de quiénes somos. No sólo se trata de la información que se incluye en el contenido del mensaje que se articula a través del lenguaje hablado o expresivo, sino aquélla información procedente del revestimiento sonoro que llega también a oídos del receptor. Cada persona suena diferente. Como dice Vila, “la voz señala nuestra presencia, nos oímos diferentes y nos reconocemos en la diferencia. La voz nos aporta identidad”.

Desde muy pequeño el bebé entra en contacto con el mundo que le rodea a través de los
sonidos y poco a poco va dando significado a lo que escucha. Su propia voz va a constituir un elemento de exploración y de descubrimiento de su propio yo. Antes de reconocer su imagen va a experimentar con su voz y a escuchar cómo suena. También irá identificando a través de la audición a las personas que le rodean, los sonidos de la vida cotidiana que discurre en su entorno.

El elemento sonoro que acompaña a la expresión oral ayuda a reforzar aquello que se quiere comunicar. La manera de modular nuestra voz según lo que queramos decir aporta
significado al acto comunicativo. Pero independientemente de cómo se utilice la voz con
qué matices, intensidad, fluidez, etc. cada individuo posee un timbre determinado que le
identifica.

Al igual que nuestra imagen física, el sonido de la voz nos diferencia y nos identifica como
individualidad, nos representa y nos hace reconocibles ante los demás con rasgos físicos
distintivos que nos convierten en personas únicas que necesitan comunicarse para
interactuar en su grupo social y de esta manera sobrevivir. La voz es el instrumento de
comunicación por excelencia.

La emisión vocal representa lo más significativo del ser humano, porque es la palabra, la
codificación de la idea, lo que se transmite a los otros y permite la comunicación”. (Sciavetti,2007).

La voz proporciona el componente sonoro a la palabra para hacerla audible y comprensible y para ello se sirve de la entonación y la acentuación que proporcionan significado al oyente sobre el mensaje y la intención emocional con el que se transmite, que incluso puede ser mayor que el contenido de las palabras (Sciavetti, 2007).

Desde que nacemos, entramos en contacto con el mundo exterior y utilizamos nuestro
recurso vocal como una manera natural de interactuar con el entorno. El bebé en su juego
de explorar su voz empieza a producir sonidos que, a partir del segundo mes, se van a hacer más articulados y modulados. Por imitación y repetición, va a emitir sonidos cada vez más variados que le llevan a decir palabras hacia el primer año (Tafuri, 2006).

Las posibilidades expresivas de la voz son infinitas y no acaban con la emisión melódica y el mensaje verbal. Según Tafuri, la necesidad humana de comunicación no se agota con el lenguaje verbal, por eso todas las civilizaciones han creado otras maneras de expresarse.  La educación musical se inicia con las experiencias orales y con el manejo de los elementos musicales al igual que el lenguaje verbal (Gainza, 1964).

La voz conlleva una doble actividad, el lenguaje verbal y el canto. Desde siempre y en todas las sociedades y culturas, el ser humano se ha valido del canto como modo más natural de expresar los sentimientos. Quien puede hablar, también puede cantar. Cantar es hacer música y aprender a utilizar la voz es poder expresarse musicalmente.
Por medio de la voz hablamos y cantamos. Estas dos acciones están estrechamente
relacionadas, la palabra está presente en el canto y el lenguaje verbal integra elementos
musicales que lo hacen comprensible y humano.

La voz hablada tiene un importante valor educativo, ya que existen distintos actos donde el niño usa la voz como soporte: la risa, el llanto, el suspiro, el gemido, el carraspeo... por lo tanto la Educación Infantil se debe de encargar de que el niño experimente con distintas manifestaciones de la voz en situaciones lúdicas y dramáticas. (Torres, 2011)

 


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